Puedes vivir una vida o 1000 si tú quieres. Siempre la clave está en vivir.
Erase una vez un tiempo en el que El Planeta estaba preparándose para que fuera habitado por los humanos. La propia vida estaba probando especies de plantas y animales y, por evidencia, los eliminaba o los aceptaba. Por aquel entonces había que ser el mejor, el más fuerte, el más hábil. Las condiciones eran terribles, en un principio las plantas ni tenían polen para reproducirse como hoy conocemos, ni semillas... poco a poco fueron desarrollándolos y sólo el más fuerte sobrevivió. Pues bien, de entre los árboles de aquel entonces, hablo del jurásico, tenemos al pino wollemi, el único superviviente de la era de los dinosaurios que se manifiesta sin cambios desde aquel entonces. Encontrarlo equivalió a encontrar un dinosaurio vivo. Cómo sobrevivió entre una era y la otra era y cómo se adaptó a esta era nuestra es algo que sólo la vida puede responder. Los humanos seguimos investigando el misterio de la supervivencia sin llegar a muchas conclusiones.
La vida es la vida y ella siempre saldrá adelante porque aprende de lo que vivió y evoluciona hacia la conquista del entorno que quiere conquistar.
¿Os imagináis qué belleza tan atemporal presenta este pino, qué sencillez de formas y qué dominio del suelo que pisa?
Pues, paseando por el botánico de Madrid me lo encontré, un ejemplar pequeñito que todavía está en sus primeros pasos. Cuando crezca mostrará una belleza que sólo la seguridad en sí mismo puede alcanzar. Sus hojas no son agujas porque en realidad no es un pino como tal, tienen un tono verdeazulado y cuando ves en fotografías su corteza, es gracioso porque es en forma de krispies de chocolate!, me encantan sus piñas, su porte es elegante.
Hay muy pocos ejemplares. Fue encontrado por casualidad en Australia por un guardabosques pasó desapercibido durante siglos y su ubicación se mantiene en secreto pero hay un proyecto de propagarlo mediante semillas y por eso se puede conseguir y plantar. Os recomiendo, si tenéis jardín, que lo hagáis porque es único, es especial.
Echarle un vistazo, vale la pena!.
Las fotografías las tomé en el botánico, puse una fotografía de agujas de pino como las que hoy conocemos para que veáis la diferencia. Fijaros bien en el tipo de agujas, son aplanadas y sin cutículas, las de los pinos de hoy las tienen finas, redondas y reunidas en cutículas.
En aromaterapia una de las especies de pino que utilizamos es el pino silvestre, lo reconoceréis porque tiene tres piñas que siempre van juntas. Su uso tópico en pomadas y cremas lo hace eficaz en casos de dolor reumático y muscular. Pero también se usa en resfriados y catarros por el poder antiespasmódico y antibacterial que ofrece uno de sus componentes, el alfa pinene.
BEGOÑA SÁNCHEZ.
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